Cuento: La Deshumanidad.

La Deshumanidad



Un agujero blanco acompaña a las estrellas que se funden en el cielo nocturno sin piedad por los humanos que sobreviven en la oscuridad. Gases incoloros e inoloros, pero no indoloros. Vendavales que transportan a las desorientadas nubes sin destino fijo. Aves de paso y murciélagos sin descanso luchando en una batalla de gallos mamados por ratas. Viajeros de hierro voladores rezando por llegar vivos al suelo. Edificios que rascan el cielo a través de sus dedos de extraterrestres de los 90. Ventanas abiertas, puertas cerradas. Camas vacías, sofás reventados. Vehículos manejados por ciegos. Carreteras estrechas, aceras sin baldosas. Vagabundos trajeados y princesas con cigarros. Tuberías de plomo. Trenes subterráneos con pasajeros y relojes con manecillas competitivas. Raíces, matices y otros cadáveres. Tierra, piedra, agua, carbón, petróleo y más tierra. Núcleos de fuego que ruedan e imitan al sol.

Una luz cegadora en lo alto que eclipsa con su belleza a todo lo que vive a su lado. Motas de polvo y flores reencarnadas. Ráfagas sin pausa ni medida. Pájaros que cantan, ríen y vuelan a contracorriente. Aventureros de metal y ventiladores asesinos disfrutando de las vistas. Ciudades de cartón que se estiran para rozar el manto celeste que las cubre. Persianas subidas, ascensores que suben y bajan. Perezosos aferrados a sus nidos, padres vestidos. Dragones rutinarios conducidos por robots. Calles repletas, escuelas completas. Ancianos esperando a la muerte en bancos de madera y niños alborotados con complejo de astronautas. Alcantarillas y cocodrilos. Metros y metros de vecinos despiertos y mentes dormidas. Naturaleza escondida y sepultada por muertos. Tierra, piedras, agua, carbón, petróleo y más tierra. Un núcleo de fuego ardiente que gira como las agujas de un reloj, deseando palidecer para poder trasnochar con la humanidad.





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