Cuento: El Extraño.
El extraño
Todo
lo que dije no te importa. Me miras con esa maldad. Me asustas. Estás siendo
injusto. No me vuelvas a buscar. No puedo dejar de pensar en tu forma de
tocarme el cuello y tirarme del pelo hacia atrás y de agarrarme como si no
aguantaras más. Sabes que me someteré. Estás cayendo en la tentación. Nadie más
ha hecho que sientas esta química, esta atracción sexual.
En
la discoteca quería una cosa, ahora quiero otra. No me agarres. Déjame salir de
aquí. No me puedo olvidar de la noche en la que te dije que no iba a haber más.
Te llevaste mis ganas de vivir. Eres un fanático de mi cuerpo. Bailé contigo,
bebí contigo, pero ahora me da asco tu sudor cayendo sobre mi rostro. Estás
cometiendo un delito y ni siquiera te das cuenta.
Me
lavo la boca en tu cuarto de baño y me miro al espejo y veo a una extraña. No
puedo dejar de pensar en tu olor, en el gato que nos miraba y en la música que
me enseñabas para desinhibir mis actos y mis repuestas. Te podrían condenar si
yo contara esta tragedia. Te atraparían, no podrías escapar. Pero así tendrías la
excusa perfecta.
Yo
me someto. Introduces tu tinta en mi piel. Me prometiste que no me harías daño.
No me condenes a mantener esto en secreto. Te lo pido de rodillas. Muérdeme si
me tienes que morder. No puedo dejar de pensar en cómo me mirabas al bailar,
deseando tener la oportunidad de poderme tocar y de no soltarme hasta acabar.
Me dejo hacer. Quiero que acabe de una vez.
Me escribes y temo leer tus mensajes. Me preguntas sobre cualquier cosa para ver si aún estoy ahí para ti. Me llamas borracho para que vaya a verte, a que me hagas daño otra vez. Insistes en si volveré. He sido una presa fácil. Tomé la mala decisión de tratar de acercarme a tu corazón. Ya no puedo curarlo más. Perdiste la razón. Yo me quedé hasta que decidiste soltarme.
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