Cuento: La Princesa y Él.

La princesa y él

Él conocía los sucios secretos que guardaba la princesa. Sabía que la estaban matando, que estaban destruyéndola desde dentro. Le prometió que, con tan solo acariciar su piel, la princesa sacaría aquello que llevaba dentro al exterior.

Esos oscuros pensamientos que perturbaban a la princesa estaban haciéndole trizas el corazón. Pensó en huir, en abandonar a su familia para no tener que sacar a relucir todo eso que llevaba en su interior. Por eso se aferró a él, porque no quería dejar su hogar.

Y en un segundo, nada más cogerle la mano a la princesa, él supo lo que ocurrió aquel frío verano. La princesa los tenía a todos engañados. Mintió sobre dónde había estado, e incluso siguió negándolo cuando él informó a su familia y a todo el reino de lo sucedido.

Los ojos de la princesa le brillaban, sus labios estaban cosidos. La princesa confió en él y le confesó que aquella noche de verano estuvo a punto de morir, y que, precisamente por esa razón, se marchó.

Los recuerdos que él extrajo de la princesa provocaron la expulsión de esta de su propio reino. La princesa fue despojada de sus llaves personales y fue enviada al exilio. El rey y la reina no se atrevieron siquiera a darle un abrazo de despedida a su hija primogénita.

La princesa navegó hasta el otro lado del océano acompañada por él. Pidió disculpas y juró que lo acontecido aquel verano no había sido apropósito. Él la escuchó y la acompañó hasta el fin del mundo.



Juntos, la princesa y él, disfrutaron del aroma a sal del mar. Él había sido deportado junto a la princesa, había sido desahuciado por haber manchado el nombre de una noble familia aristócrata.

Y antes de tocar tierra, juntos, la princesa y él, se tomaron unas pastillas, rechazaron su última comida y saludaron a los asistentes a su recibimiento. Pararon las máquinas cerca del puerto. Leyeron la pancarta de bienvenida. Deformaron sus rostros con una sierra. Se desnudaron y saltaron al mar.

Juntos, la princesa y él, se hundieron y se ahogaron y murieron para ocultar el secreto más peligroso de la historia de la humanidad. Nadie en ese Nuevo Mundo podía enterarse de lo que ocurrió aquel verano en el interior de la princesa.


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