Cuento: La Docente

La docente



Inicié mi viaje atrapada entre zarzas; tenía miedo hasta de pedir ayuda. Mi armadura era de cuero y estaba agujereada. Había perdido mi escudo y mis armas en las arenas movedizas, y ya ni siquiera mi caballo estaba dispuesto a sacarme de allí.

Conseguí salir de ese bosque tenebroso, con brazos, piernas y rostro magullados, aunque con la certeza de que mis conocimientos acerca de los astros podrían guiarme hasta mi destino.

Tuve que atravesar todo tipo de lugares, algunos peores incluso que el bosque de zarzas, pero todos ellos me ayudaron a hacerme más y más fuerte: en un desierto encontré un hacha con la que talé unos cuantos árboles para fabricarme un escudo; en el fondo de un pantano hallé una espada; y en un poblado de mujeres amazonas me obsequiaron con una brillante y fuerte armadura de hierro.

En esta aventura me encontraba sola y, precisamente gracias a mi soledad, fui recibido con los brazos abiertos por el resto de los peregrinos. Fueron ellos quienes me motivaron a arriesgarme sin llegar a ponerme en peligro.

Y, finalmente, llegué a mi nuevo hogar; un mundo en el que ya no estaba sola, pero también en el que por fin era capaz de luchar por mí misma.  Ya no sentía terror, sino que me sentía acogida y plena de sabias palabras que transmitir a los futuros viajeros.

Ahora os cuento esta historia desde mi posición de maestra, con un largo recorrido a mis espaldas y muchas oportunidades que vendrán. No soy la niña perdida que buscaba su vocación por un mundo que le parecía hostil; soy una docente armada con herramientas y conocimientos capaz de enfrentarse a nuevos retos que seguirán completando su vida de pasión y grandes alegrías.


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